top of page
Buscar

Como reaccionar si me quedo sin frenos

  • Full Cars Peru
  • 26 oct 2016
  • 5 Min. de lectura

Cómo reaccionar si me quedo sin frenos es complicado de explicar. Como podéis imaginar, los frenos son el elemento de seguridad activa más importante de un auto, porque son los que consiguen que éste se detenga. Sin frenos nos sería imposible controlar fácilmente la velocidad, y el riesgo de accidente sería tan grande que nadie querría conducir.

Por ser tan importantes, todos los fabricantes ponen especial atención en que funcionen correctamente. Si se fijan bien, no hemos dicho que ponen especial atención en que sean lo mejor posibles, sino en que funcionen correctamente. Como indicación aparte, pero que viene a colación con el tema que tratamos, queremos instar a todos los fabricantes de automóviles a que hagan frenos mejores. Tanto que, si los mejores frenos son los que lleva el Koenissegg One, que alcanza 415 km/h, todos los autos deberían llevarlos. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que todos podríamos frenar tan bien como el coche que más corre del mundo y, de esta manera, salvaríamos vidas. Los frenos no son el componente en el que ahorrar costes.

Cuidado de los frenos

Una vez hecho el alegato, continuemos con los frenos de nuestro auto, cómo cuidarlos y qué hacer si dejan de funcionar mientras conducimos. Los frenos de nuestro auto, poco más o menos, están formados por unos discos y unas pastillas montadas en ellos. Las pastillas atrapan los discos –que giran solidarios con las ruedas- por la acción de las pinzas -que sirven de mordaza- mediante un líquido que es presionado por el pedal. Pisamos el pedal, el líquido es enviado a la pinza, la pinza se cierra y la pastilla sujeta al disco.

Conservar es frenar bien, no frenar poco

Para conservarlos, lo primero que tenemos que hacer es frenar bien. Las pastillas de freno son “baratas” y no nos deben doler prendas en frenar todo lo que queramos, porque, además, duran mucho. Frenar bien significa frenar poco tiempo con elevada intensidad, no estar con el pie “posado” en el freno durante doscientos o trescientos metros para, por ejemplo, frenar de 90 a 50 km/h. Debemos ver la curva, aproximarnos y, valorando nuestra velocidad, el tipo de curva y las circunstancias del coche, frenar con decisión y quitar el pie del freno al entrar en la curva, a media que giramos el volante.

Si frenamos siempre así, gastaremos las pastillas, ya hemos dicho que las pastillas son baratas, no pasa mucho por gastarlas; lo que importa es que, frenando de manera poco intensa y mucho tiempo, calentamos los frenos, y eso sí que nos importa. ¿Por qué? Porque pierden efectividad.

El calor, gran enemigo de los frenos

El calor es el gran enemigo de los frenos. Por una parte, la capacidad de fricción de la pastilla con el disco disminuye, con lo que, en vez de “morder” el disco, éstas lo dejarán “resbalar” y alargaremos la frenada. Es cuando aparece el temido y conocido “fading”. Esta palabra proviene del inglés y significa “agotamiento”. Hemos cansado a los frenos al calentarlos. Por otra parte, el calor se propaga por el sistema, llegando al líquido que los hace funcionar. Este puede entrar en ebullición, generándose burbujas de aire que dificultan la acción del líquido. El líquido de frenos es un sistema sellado y cerrado; si entra algo más que líquido, adiós sistema. Las burbujas no entran, las forma el propio líquido al hervir y, una vez que se han formado, hemos de cambiar el líquido de frenos.

No queremos alarmar a nadie, esto no sucede frenando de manera continuada mientras se baja la rampa del parking; es en situaciones extremas, por ejemplo, bajando un largo puerto de montaña. Pero tened en cuenta que pasar, pasa.

No está de más recordarle a nuestro mecánico que los revise habitualmente. El desgaste de las pastillas –y, a mucho más largo plazo, el de los discos- va sucediendo sin que nos demos casi cuenta, porque el sistema compensa automáticamente el desgaste y, sin revisión, podemos encontrarnos con las pastillas gastadas, rayar los discos y, en ese caso, sí que estamos hablando de un “señor gasto”.

Cómo notamos que perdemos frenos

Al usar a diario el auto, nos vamos acostumbrando a su desgaste. Presiones de neumáticos, suspensiones, frenos… se van degradando y nos acostumbramos… No es como ir sin parabrisas, que nos damos cuenta sí o sí. Son lo que llamamos “desgaste acostumbrado” y nos pasa sin que nos demos cuenta. Hay dos indicadores claros de que nos vamos quedando sin frenos: el pedal se hunde mucho o el pedal está más duro. Si se hunde mucho, es porque se han gastado mucho las pastillas o hemos perdido líquido de frenos. Lo segundo es aún peor que lo primero. Por otra parte, si el pedal está esponjoso, es porque hay aire en el circuito, con lo que no podremos graduar bien la frenada. En ambos casos, debemos acudir al taller.

Cómo reaccionar si me quedo sin frenos

Vaya por delante que será raro que los frenos se rompan. Puede suceder lo que venimos contando: que nos vayamos quedando sin frenos poco a poco. Si bajamos un puerto de montaña y notamos que el pedal se hunde y que el coche “retiene” menos, podemos paliar el efecto bombeando el pedal de freno, es decir, pisar y soltar repetidas veces. Ganaremos algo de “tacto” y podremos parar. Suele pasar, como hemos dicho, por exceso de calor y, si paramos, hemos de dejar enfriar los frenos “un buen rato”. ¿Cuánto? Hasta que podamos tocar los discos sin que quemen.

Si la pérdida de frenos es completa y vemos que pisamos y no frenamos, que ni siquiera ganamos algo de frenada bombeando y que no conseguimos parar el coche… estamos en un verdadero apuro. Lo primero: mantendremos la calma. Esto es fácil de decir, pero difícil de hacer, lo sabemos. Mantendremos el pedal del freno pisado; por poco que haga, hará más que sin ir pisado, y, rápidamente pero sin precipitaciones, tiraremos muy despacio y suavemente del freno de mano, con el botón de desbloqueo pulsado. Recordad lo de “muy despacio y suavemente”. Si el freno de mano es eléctrico, podremos accionarlo sin miramientos.

Podemos ayudar, reduciendo de marcha pero la capacidad de frenar con el motor es mínima.

Si se rompe el freno de mano o vemos que no conseguimos parar… es cuando hay que empezar a valorar aquello de “del mal, el menos”. Primero trataremos de encontrar una zona de frenada de emergencia, ésas que están en las carreteras para los camiones y, sin pensarlo dos veces, nos meteremos en ella.

Si no hay tal zona, que será lo más probable, buscaremos un guardarraíl. Sí, la maniobra es ésa que estáis pensando: rozaremos el lateral del auto con el guardarraíl hasta conseguir que el auto se detenga.

Ya sabemos que no es una situación agradable ni mucho menos, por eso es bueno revisar habitualmente los frenos y tener cuidado de ellos: de nada sirve correr mucho si no puedes frenar mucho.

 
 
 
bottom of page